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1 Timóteo 2.1-7

Gracias y paz, hermanos. Hoy quiero compartir un pequeño mensaje basado en 1 Timoteo 2, versículos 1 al 7. Esta es la primera carta de Pablo a su hijo en la fe, Timoteo. Como era común en las cartas del siglo I, comienza con una introducción, un saludo, y luego Pablo pasa a enseñar lo que realmente quiere transmitir. Él declara:

Nuestro Salvador, que desea que todos los hombres sean salvos y lleguen al pleno conocimiento de la verdad, pues hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, hombre, que se entregó a sí mismo en rescate por todos, testimonio que debe darse en los momentos oportunos

Lo que me llama la atención en este pasaje, mientras Pablo exhorta a Timoteo, un joven pastor, es que la primera instrucción que le da es clara: "Ante todo, pues, exhorto a que se practiquen las súplicas, las oraciones, las intercesiones y las acciones de gracias en favor de todos los hombres". Antes incluso de abordar quiénes son esos "hombres", Pablo destaca la importancia central de la oración, la súplica, la intercesión y la gratitud.


Lamentablemente, estos elementos se han vuelto una rareza en muchas iglesias. Hay momentos de alabanza, hay lectura constante de la Palabra —muchos leen la Biblia de principio a fin—, pero falta ese tiempo de oración profunda, falta la intercesión, falta la súplica. Pablo, al comienzo de la carta, le dice a Timoteo, un pastor: "Ante todo... ora, suplica, intercede".


La pregunta que surge es: ¿quiénes son estos "hombres"? ¿Serían todos los habitantes del mundo? ¿Necesitaríamos conocer cada nombre? No. Pablo se refiere a todas las categorías de personas: desde los pobres hasta los ricos, desde los humildes hasta los nobles. Debemos interceder por todos. Así, la primera lección es clara: debemos orar, suplicar, interceder y dar gracias al Señor.


En el versículo 2, Pablo continúa:

Por los reyes y todos los que están investidos de autoridad, para que vivamos una vida tranquila y apacible, con piedad y respeto.

Es muy fácil orar por amigos o familiares. Pero, ¿sería tan fácil orar por un presidente que no apoya a nuestro partido? ¿Orar por un rival? ¿Orar por un juez cuya decisión no nos favoreció? Dios nos ordena, a través de Pablo, que oremos por nuestras autoridades. Por supuesto que podemos criticarlas con respeto; vivimos en un país democrático. Debemos exigirles, decir la verdad. Pero también debemos orar. No solo quejarnos.


Mientras muchos hermanos en todo el mundo, como en Nigeria y China, son perseguidos, a menudo solo criticamos a nuestros líderes locales, estatales y nacionales, pero no oramos por ellos. Hablamos del comunismo, del socialismo, pero ¿oramos? Es Dios quien pone y quita a los reyes. ¿De qué sirve hablar mucho con todos y poco con Aquel que realmente puede cambiar las cosas?


El texto continúa en el versículo 3: "Esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual desea que todos los hombres sean salvos y lleguen al pleno conocimiento de la verdad". Muchos arminianos utilizan este pasaje para decir que Dios desea salvar a todos los hombres sin excepción. Pero Pablo está diciendo que Dios desea cumplir Su elección, que todos los que Él ha elegido sean alcanzados. Él quiere que el Evangelio llegue a sus elegidos, y llegará, de alguna manera. No se trata de un plan de Dios que "no funcionó", como si Él hubiera deseado salvar a todos, pero tuviera que conformarse con algunos. Él desea que su plan se cumpla, que su elección se cumpla y que todos lleguen al conocimiento de la verdad, incluso aquellos que no son salvos.

¿Y cuál es esa verdad? Los versículos 5 al 7 dicen:

"Porque hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el cual se entregó a sí mismo en rescate por todos, testimonio que hay que dar en el momento oportuno".

Esta es la verdad que Él quiere que todos conozcan: solo hay un mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo, que se entregó en nuestro lugar.


Que podamos aprender de las cartas de Pablo, especialmente de las cartas a Timoteo, tan edificantes. Que vivamos una vida de oración, intercesión y súplica. Que oremos por nuestras autoridades, por aquellos que, bajo Dios, tienen poder para cambiar las circunstancias. Y que prediquemos el Evangelio, para que el pleno conocimiento de la verdad llegue a todos: hay un solo mediador, Cristo Jesús, que murió en nuestro lugar. Solo por eso somos salvos; si no fuera por eso, no habría salvación.


Este es mi mensaje. Un mensaje breve. No es necesario que te guste; solo reflexiona.

Oración: Señor Dios y Padre, no sé quién está escuchando esta palabra, dónde está, si en México o fuera de él. Pero dondequiera que esté esa persona, que este mensaje pueda confrontar sus pecados y negligencias. Que ore más, interceda más y, si aún no te conoce, que llegue a conocerte. Ayúdame también a mí, Padre. No soy perfecto, y sé que en este mundo no lo seré. Pero ayúdame a hacer tu voluntad cada día. En el nombre del Señor Jesús, amén.

 
 
 

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